Jill Valentine: From S.T.A.R.S. to shadows

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Jill Valentine

El verano de 1996, Japón nos invitaría a experimentar el terror desde el ángulo del novedoso género survival horror con el lanzamiento de Biohazard (Japón) o Resident Evil, acá en nuestras tierras del occidente. 

Esta jugada de Capcom nos sumergió a los jugadores en un universo tan intrigante como violento, donde los muertos caminan despedazándose con cada paso y están listos para arrancarte un pedazo de carne con una mordida. Recuerdo estar absorta ante la pantalla, viendo a mis primos y hermana mayores jugar.

Con traducciones a medias y pura interpretación del contexto, fui aprendiendo sobre los misteriosos asesinatos en el bosque de Arklay, develando los misterios de la mansión Spencer y descubriendo la corrupción y experimentación genética de la farmacéutica Umbrella Corporation. 

Mi cerebro de niña de 9 años, justo como la mancha de sangre en el Main Hall —que esperamos no sea de Chris—, quedó esparcido en toda la pared desde la primera vez que lo jugué. Y aunque podría hablar de un montón de cosas alrededor de Resident Evil, me enfocaré en uno de sus icónicos personajes: Jill Valentine

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Es difícil mantener la unidad de un personaje en el back and forth de una serie que tiene 25 años viva. Los veteranos se arrancan las pestañas con Resident Evil 3 –de 2020– mientras que todos los newcomers se han enamorado de Jill, del mismo modo que lo hicimos en 1999. 

Números o palabras. Main installments y spin offs 

Las espeluznantes aventuras que vivimos en la mansión Spencer y nuestro primer encuentro con la podredumbre en Raccoon City le permitieron a Capcom crear un universo explorable, tras haber consolidado una base de fans y un público amante del survival horror. 

Hasta 1999, Capcom había presentado la mente siniestra de Umbrella a través de los ojos de Jill y Chris, así como la repercusión de sus retorcidos experimentos en las calles de una ciudad convertida en un campo de guerra y muerte.

Cuando Capcom reunió de nuevo a su equipo para desarrollar la próxima entrega de la saga, nació el proyecto Resident Evil: Nemesis, pensado originalmente como un spin-off que, por decisiones creativas y estratégicas durante la producción, terminó como el sucesor del mítico Resident Evil 2

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Aunque parece una decisión nimia, el número acuñado después de las palabras Resident Evil indican que hay una cronología, una pieza clave de la imagen más grande que todavía no podemos ver.

Nemesis planteaba un juego enfocado en la acción y el escape, protagonizada por nuestros expendable assets favoritos: los miembros de la U.B.C.S. Al tratarse de un spin-off una entiende entonces por qué el juego tenía un aire apresurado, con las cinemáticas y gameplay desenvolviéndose en una historia que se siente acechante y a contrarreloj.

Caray, como para enfatizar la idea del tictoc incesante del pasar del tiempo incluso tenemos la icónica postal de la Torre del Reloj en la Raccoon City de 1999. It was always a race against time.

Para upgradear el título de la próxima entrega, Capcom debía repetir la jugada ganadora que Noboru Sugimura, el escritor de RE2, identificó como uno de los elementos esenciales para que dicho juego fuera un éxito: el nuevo cast debía tener una conexión, una secuencia lógica en el desarrollo del lore y de la historia.

De la misma manera que un número sigue de otro al contar: a través de Claire Redfield, la adolescente de 19 años que llegaba cruzando la carretera de noche montando una Harley Davidson y que en tres escenas se encontraba sumergida en una pesadilla, nos conectamos con Chris Redfield, quien presenció en carne propia el incidente en la mansión Spencer.

Y el lore se expandió al traer a las garras de la manipulación biogenética a otro civil más que, en películas y otros spin-offs, regresaría para contar un pedazo del universo de RE. 

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“He could have been infected”. Un leitmotiv de la entrega… y la saga.

Sin embargo, la decisión de transformar el juego en medio de la producción significó replantear una pieza elemental para que nuestra travesía tuviese un significado más profundo. Y también llegó cuando el juego se encontraba en etapas adelantadas, así que el tablero de juego ya estaba definido, y había que encontrar a alguien que pudiera hacer par con el equipo élite de limpieza de Umbrella. 

Supongo que debió ser casi automática la decisión de regresar a los miembros de S.T.A.R.S.… o lo que quedó de ellos.

Con la mayoría de los equipos Bravo y Alpha fallecidos tras los incidentes en Arklay y algunos de los pocos sobrevivientes fuera de Raccoon City, entiendo la decisión del equipo creativo de Capcom. Si Chris ya se encontraba en Europa, indagan do más en el caso de Umbrella, ¿por qué no contar el último escape desde la perspectiva desde la también protagonista Jill Valentine?

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“The only two STARS left in town. It’s like Arklay on steroids!”

Una de los dos personajes jugables en Resident Evil –1996–, subjetivamente mi personaje favorita, tuvo un regreso casi incidental en el main storyline de la saga. Y en qué entrega, caray.

Al agregar a Jill como su elemento de conexión, el background vino junto a ella y sería junto al Nemesis, una de las caras emblemáticas de Resident Evil 3. El cast alrededor de ella trajo una pieza más al rompecabezas que veníamos siguiendo desde tan cerca. 

Insisto en que RE3 es una carrera contrarreloj: no solo nuestra agente de S.T.A.R.S. debía salir de Raccoon City antes de su destrucción inminente, sino que también el equipo de producción tuvo que incluir un arco narrativo al juego más tipo shooter que tenían pensado.

Pobres ellos, que el crunching es un tema serio, amigos, pero qué golazo para la fanbase: Jill Valentine volvía a mostrarnos una parte de su lucha contra Umbrella Corporation y su desarrollo de armas biorgánicas, que comenzó apenas meses antes; una noche de luna llena en las boscosas montañas de Arklay.

The Master of Unlocking

La primera entrega de Resident Evil fue tanto un éxito comercial para Capcom como una de las más profundas historias de terror, marcando un hito en la industria de los videojuegos. Hablando desde mi área de especialidad, que es el storytelling de videojuegos, los diálogos se sienten ahora un poco sosos pero bien intencionados, y la riqueza del universo se trazó desde las varias notas que encontrábamos esparcidas explorando las innumerables habitaciones y pasillos de la mansión Spencer. 

En términos de representación femenina, Jill Valentine se sumó a una creciente alineación de mujeres en la industria —pienso en Samus Aran y Lara Croft, entre otras— y dentro de la saga de Resident Evil, sería una de las icónicas miembros de S.T.A.R.S., además de la joven Rebecca Chambers (quien tendría su oportunidad de ser explorada con más profundidad en Resident Evil Zero). 

Proveniente de las Fuerzas Especiales Delta, Jill trajo al equipo Alpha de los S.T.A.R.S. una maestra en cerraduras y explosivos; además de casi convertirse en un sándwich. El RE de 1996 fue la base para uno de los juegos que considero una obra maestra del survival horror: el REmake de 2002. 

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Desde la primera vez que exploramos la mansión de Spencer en el corazón de Arklay, Jill es uno de los personajes que están en el corazón del evento 0, y del origen del desmantelamiento de Umbrella tras su fachada de farmacéutica, cuyos fundadores, las mentes maestras, operaban desde las sombras unidos por su motivación eugenética, aún si cada uno persiguiera su propia agenda.

Estas sombras detrás del paraguas rojiblanco, absortos en el estudio de la vida con afanes grandilocuentes de mejorarla y preservarla, cruzaban la moral científica para experimentar con armas especializadas, cuya historia desmenuzamos en este artículo

A través de Jill exploramos la profundidad de la podredumbre y decaimiento moral en la mansión Spencer, las guerras de poder interno entre las mentes científicas de Umbrella y el retorcido plan que Oswell E. Spencer llevó a cabo en la intrincada mansión.

Como nota personal, la inclusión de la historia de los Trevor fue un exquisito agregado a la historia, pues el género survival horror fue realzado.

El monstruo de Lisa Trevor, torturada y deambulando durante años los pasadizos y cabañas aledaños a la mansión, arrastrando más que solo su cuerpo mutilado: la memoria de una pesadilla en la que fue una incidental, pero crucial víctima.

Además de adentrarse en las sombras, Jill Valentine tuvo a una en particular observándola cerca, un brillante científico y agente: Albert Wesker, el titiretero de los sucesos en aquel sitio perdido en Arklay; y un hombre con una misión clara en la que no importan los métodos por los cuales obtener los medios.

La postura de Wesker es clara: él comparte la visión del perfeccionamiento humano a través de la manipulación genética y… ¿por qué no? Posicionándose en el mercado de las armas biorgánicas de usos militares. Este primer punto de contacto entre Wesker y Jill es crucial en la intrincada historia que tienen alrededor del t-Virus y que evolucionaría en el transcurso de la saga.

 

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“The ultimate life-form! Tyrant!”

Al familiarizarnos con los diarios, simpatizamos con la muerte lenta y solitaria de los Trevor, de la locura de Umbrella Corporation, y la frialdad de Wesker. El shock para los sobrevivientes fue variado, pero unido por un hilo conductor: el miedo de volver a enfrentar aquella noche de pesadilla. 

Pero para Jill Valentine, estar en el origen del incidente en aquel lugar de Arklay no solo significó quedar atrapada como Lisa en una laberíntica lucha contra el bioterrorismo; sino que ella misma terminó por convertirse en aquello contra la que luchaba: un arma biorgánica. Una transformación que comenzaría tras los incidentes del 28 de septiembre de 1998: su infección y sobrevivencia a la infección del t-Virus. 

The Last Escape

En un salto hacia delante, me resulta curioso pensar que en Resident Evil 3, ella es la única infectada por el t-Virus que logra recibir una vacuna para contrarrestar la infección y salir de la ciudad a tiempo para contarlo. Entre miles de infectados en la ciudad, tan solo ella tendría el acceso a la vacuna, lo que va muy en la línea con los principios de la eugenesia y su agenda. 

El discurso grandilocuente de varios de los enemigos en Resident Evil habla de una selección desde un delirio de grandeza compartido por sus fundadores; los genocidios no son problema, pues los individuos verdaderamente fuertes saldrán airosos por sus rasgos genéticos mejorados, sin importar mucho los medios o la manera en que sucedan estas mejorías.

El 28 de septiembre, Jill se vio enfrascada en una contienda contra el tiempo, contando la mayoría de los factores en su contra: el afán de Nikolai Zinoviev por obtener información valiosa sobre el uso de B.O.W.s en medio de una ciudad sumergida en un estado de caos, abundante en potenciales explosivos, plagada de zombis y demás mutantes.

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Nikolai orquestó los encuentros con Nemesis para obtener información –de uso bélico– sobre la data de su desempeño en la batalla. Incluso hemos explorado la posibilidad de que fuese el mismísimo Albert Wesker aquel enigmático cliente del soldado ruso de élite. Jill se mantiene cercana al virus desde que los laboratorios de Arklay esparcieron el virus. 

Es un one-on-one directo, una prueba de fuego para el último miembro del equipo S.T.A.R.S. con vida y aún dentro de Raccoon City. Lo que me lleva a pensar en lo maravilloso (o más bien mindblowing) que fue regresar a Jill Valentine como lead de una entrega. 

Dubitativa y evidentemente desconcertada ante lo que encontró en la mansión Spencer, en la tercera entrega incluso el gameplay nos permitía esquivar ataques y tacklear como medio de autodefensa, lo cual aportó al personaje cierta sensación de empoderamiento, además de “legitimidad” a la entrega. Así lo declaró el director del juego, Kazuhiro Aoyama, al respecto de la decisión de incluir a Jill como lead de la narrativa de la tercera, e inesperadamente oficial, entrega. 

La Jill Valentine de 1999 sentó el camino perfecto para su versión localizada a las épocas modernas en el Remake de 2020. La escritura del personaje, el control desde de la cámara sobre el hombro (¡gracias, RE4! ♡) y la optimización del audiovisual nos llevó dentro de una ciudad decadente y el frenético escape de los últimos sobrevivientes. 

Vickers adquiere un sabor agridulce cuando fuimos capaces de presenciar su amistad, además de sumar a la sensación de “cacería” bajo la que estaba el equipo S.T.A.R.S. después del incidente en Arklay, con Chris y Barry incluso dejando la ciudad. Tras ser mordido por un zombi mientras escapa con Jill, ella queda de pie como la última S.T.A.R.S. en Raccoon City. 

El último escape tampoco fue fácil. A veces ser el oponente de un enemigo increíblemente letal y salir con vida puede ser un grillete que se aprieta más y más después de cada encuentro.

Con Nikolai procurando más encuentros para recabar información sobre el desempeño del Nemesis, la información se hace aún más valiosa cuando, aprovechando su posición aventajada —que me recuerda a la misma posición de Ada Wong— finalmente sucede el evento crucial en la Torre del Reloj: Nemesis logra infectar a Jill. 

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“Hang in there, Supercop.”

Y mientras Jill se encontraba luchando contra la infección, volveríamos a la piel de Carlos Oliveira para desarrollar la vacuna y salvarla. Acción que de manera inmediata, previno que Jill sucumbiera ante una mutación —o quizá a hospedar el virus—… pero que, lentamente y desde las sombras, también marcaría el comienzo de su herencia como arma biogenética —los sucesos de Resident Evil 5—.

Albert Wesker lo dejó en claro en la quinta entrega de la saga, una obsesión repetitiva de la grandilocuencia enfermiza de las mentes detrás de la exploración biogenética. 

Those fit for survival: la eugenesia en acción

“Sólo aquellos con un ADN superior serán elegidos por el Uroboros. Sólo aquellos listos para sobrevivir serán quiénes tengan el privilegio de llevar sus genes a una nueva era.”

Albert Wesker

Siempre fue una cuestión de hacer una limpieza en la sobrepoblación humana. Solo aquellos aptos para sobrevivir podrían ser parte de la nueva era. En el lore de la saga, los acercamientos al perfeccionamiento de los múltiples virus que se desarrollan después de las primeras investigaciones de Spencer con el Virus Progenitor, fueron a menudo las seleccionadas de este autonombrado proceso de eugenesia. 

Pensemos en la herencia de Alexia Ashford: “hija” a través de manipulación genética de la condesa Veronica Ashford; Alex Wesker, la brillante científica y una de las jóvenes mentes que fueron parte del Proyecto W; o quizá incluso Miranda, desafiando a la muerte misma para traer a su hija de vuelta a la vida.

En medio de su intencionada búsqueda, desde sus bastiones de poder, crearon los vehículos víricos para discriminar entre los individuos aptos de los no aptos para su selección de la especie humana. Y el proceso de selección no tardaría en ponerse en marcha, al elegir entre una serie de especímenes… incidentales, pero aptos.

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Retomemos a Lisa Trevor: una de las primeras sujetos de investigación femeninas de las que tengamos conocimiento y cuyo único pecado para heredar esta suerte fue el haber estado en el momento equivocado, y en el lugar equivocado.

Claro que Lisa no era alguien aleatorio en el gran esquema de los planes de Spencer: la hija de la mente maestra detrás de los retorcidos acertijos y trampas mortales en la mansión. Padre e hija deambularían hasta la muerte entre sus muros, ella en particular sufriendo los efectos secundarios de la experimentación biogenética sobre ella.

Ahora inmersos en el entramado complejo de tuberías de Raccoon City, el monstruo en el que se convirtió William tras inyectarse una dosis de su propio virus, en un desesperado intento de salvaguardar la investigación de su vida, forjó el destino de Sherry Birkin como la “heredera” genética del virus: alojando un huésped –¿maldito?– que en última instancia infecta al hospedero. 

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Mientras develábamos la historia, se dejó en claro que no cualquiera podía ser un huésped adecuado: Sherry Birkin, Brian Irons y Ben Bertulocci alojaron al embrión de G; la primera siendo la única capaz de adaptar su organismo a la infección con G del embrión, mientras que los segundos tuvieron un destino más sangriento al no adaptar sus cuerpos a la infección.

William Birkin, autor detrás de la versión G del virus, usaría a su propia hija como una incubadora, para alojar, potenciar y reproducir su legado. Desafortunadamente para William, o más bien la mutación G-Birkin que alguna vez fue Willian, Sherry es una niña independiente que, a pesar de tener las de perder en una ciudad infestada de zombis, podría poner un alto a los instintos de preservación de G-Birkin con la ayuda de Claire Redfield. 

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En términos poéticos quizá la “infección” de Jill comenzó con el horror que sobrevivió en la mansión junto a sus camaradas, elemento de la psique del personaje que el Remake de 2020 capturó a la perfección con las alucinaciones/pesadillas de verse a sí misma convertida en zombi.

Al desmayarse tras el ataque de Nemesis en la Torre del Reloj la pesadilla se volvió a lo real, a lo tangible: Jill Valentine se unió a la exclusiva línea de especímenes incidentales. 

Mientras se sumergía en una lucha declarada contra los ataques bioterroristas alrededor del globo, tras fundar la B.S.A.A. junto a su viejo colega Chris Redfield, su cuerpo mismo gestaba el poder de un virus que había sido adaptado a su cuerpo, en un estado de aparente latencia… para convertirla a ella misma en un arma biorgánica, en proceso de rehabilitación. 

¿Hacemos entonces un conteo de por qué, entre todo el elenco badass femenino, Jill Valentine es un personaje icónico de la saga? Hacemos el conteo:

  1. Female Power

Los números son dinámicos, y aún más cambiantes en tiempos modernos, pero para la década de 1990 el imperante masculino de la industria todavía era muy notoria.

Así que tomar la piel de la miembro élite de las fuerzas policiales de S.T.A.R.S para aventurarnos en un universo de retorcidas experimentaciones genéticas y derrotar  incontables B.O.W.s e incluso si sacrificarse por tu más longevo compañero en la contienda, es parte del trato. 

2. Let’s Talk Outfits!

Derrotar zombis y demás criaturas biorgánicas, usualmente sedientas de sangre, no es un trabajo fácil.

Jill ha pasado por un amplio guardarropa: desde su ropa táctica para las misiones en campo; la practicidad de los onesies en su misión para develar los misterios del Queen Zenobia; la increíble reinterpretación de su ropa de calle en Resident Evil 3, o los innumerables outfits alternos (como su interpretación de la también legendaria Sara Connor en el REmake del 2002, un personal fav), Jill ha pasado por todo tipo de atuendos.

Sin olvidar mencionar las legendarias botas en el Resident Evil 3: Nemesis de 1999. 

3. A B.O.W. herself

Vive lo suficiente para convertirte en aquello que juraste destruir.

Aunque la escritura de Resident Evil 5 no es de mis favoritas dentro de la saga, uno de los puntos argumentativos, aunque penosamente breves, que más disfruté fue el pequeño arco que obtuvo Jill como el misterioso encapuchado, que semejaba estos doctores medievales que trataban a infectados con la Peste Bubónica.

A pesar de sus esfuerzos para detener el bioterrorismo, convertirse en un B.O.W. es una de esas ironías, ¿no?

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Now that’s a killer look.

Como una de las primeras en aventurarse en los terrores de la experimentación genética llevados a cabo por las mentes maestras detrás de Umbrella, además de ser juez y parte de esta experimentación, es innegable que Jill es una pieza determinante en la franquicia.

Lo cual nos deja en este momento de la historia de Resident Evil y me lleva a preguntarme ¿cuándo, cómo, será que podríamos ver su regreso en la saga?

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