Virology | El realismo de las bitácoras científicas en Resident Evil

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Virology
Muchos consideran las bitácoras científicas en Resident Evil como una forma irreal, y hasta floja, de exposición en el juego. Pero en realidad son parte fundamental del trabajo científico.

Cuando se cuenta una historia en un videojuego hay dos formas de hacerlo, la primera es mostrándola, ya sea por acciones del jugador o por cinemáticas. La segunda es contándola, regularmente por medio de bitácoras –o notas, en texto o audio– que los personajes dejan atrás y el jugador tiene la opción de buscar incansablemente o pasar de largo. Cuando se encuentran estos “extras” aportan mucho contenido y contexto al mundo que exploramos, enriqueciendo la experiencia.

En el caso de Resident Evil y otros juegos con un trasfondo científico, estos textos son generalmente dejados por los autores del desastre en turno. En dichas bitácoras describen sus métodos experimentales, resultados, discuten sus conclusiones y hasta explican sus motivaciones.

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Además que su ubicación suele ser muy conveniente

Por ello muchos perciben estas bitácoras como una solución poco imaginativa de los desarrolladores para expandir la historia. Porque ¿qué científico malvado escribiría sus motivaciones, frustraciones, alegrías y descubrimientos para que alguien llegue y las lea? Bueno, un científico responsable, claro está.

Diario de una pasión

En todas las carreras científicas (e idealmente durante la educación básica también) se enseña al estudiante a llevar bitácoras de la actividad a realizar. En ellas debe anotar todo lo pertinente y relevante del experimento que está haciendo en clase. Pero ¿qué es pertinente? ¿Qué información es relevante y qué es basura? ¿Qué puede contribuir a un experimento, observación o una colecta exitosa o fallida? Eso es algo que se va aprendiendo con el tiempo, y este proceso de aprendizaje suele venir acompañado de errores.

No es raro, por ejemplo, en una primera instancia no saber o haber olvidado hacer algo en particular durante un experimento o salida al campo. Tampoco es raro que después de una regañada por parte del profesor o jefe, en la bitácora dejemos una anotación de “NO OLVIDAR” enmarcada, subrayada y hasta pintada de otro color. Y créanme: mientras más grave la omisión más grande la anotación.

Estas pequeñas notas y comentarios pueden reflejar la personalidad del investigador y conforme va pasando el tiempo algunas de estas bitácoras se van convirtiendo casi en un diario personal. En ellas muchos hemos puesto comentarios de felicidad, frustración, enojo, o incluso escrito párrafos completos hipotetizando por qué el caerle mal a alguien del laboratorio pudo haber arruinado un experimento.

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Hay personas que incluso tienen dos bitácoras, una informal y una formal, en la primera su autor escribe cuanta cosa tiene en la cabeza y por lo general esta es privada. Por otra parte la segunda sirve para filtrar la información a términos formales, y esta sí suele compartirse con los colegas o quien la solicite.

Claro, también hay quienes no les gustan hacerlas y sus bitácoras no tienen más que lo enteramente esencial y quienes de plano prefieren no hacerlas. Aunque estos dos casos se pueden prestar a inconsistencias o incertidumbre, lo que puede demeritar su trabajo a ojos de otros investigadores.

Todas las evidencias en su contra

En los juegos podemos ver tanto de las bitácoras formales como de las informales. Las más interesantes suelen ser las informales, donde podemos conocer al personaje mientras hace corajes, se alegra o empieza a dudar y temer por los resultados obtenidos. Pero ambos tipos suelen presentarnos, convenientemente, la evidencia de sus planes malvados e inhumanos.

¿Pero si son malvados no es tonto y arriesgado dejar tantas evidencias? Bueno consideremos que muchos de estos científicos ficticios no se ven a sí mismos como malvados. En muchas ocasiones se les representa en tres categorías; quienes consideran que avanzar el conocimiento científico es de suma importancia, a pesar de los métodos. Aunque saben que la comunidad científica no aceptará la forma de obtener sus resultados, lo hacen “por la ciencia”. Por lo general este grupo es el que termina arrepintiéndose de sus acciones.

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Fotos, texto resaltado, firmado, sello gigante para llamar la atención. Buena bitácora en apariencia.

Otros son indiferentes y deshumanizan a sus sujetos de experimentación, algo como lo que Estados Unidos, Alemania o Japón hicieron hace varios años en los experimentos durante la Segunda Guerra Mundial, como ya habíamos hablado anteriormente en el Virology de Lisa Trevor. Finalmente están los verdaderamente sádicos quienes disfrutan lo que hacen y el dolor que pueden llegar a causar.

Independientemente de cómo se vea a sí mismo cada uno de los científicos de los juegos, hacer sus bitácoras sería de lo más normal. Aunque en situaciones de emergencia lo primero que se intentaría hacer es destruir evidencia, en muchas ocasiones el desastre llegó antes de que pudieran reaccionar. De esta forma todas sus notas quedan a merced del jugador.

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Ahora lo saben, aunque parezcan un conveniente cliché, las bitácoras científicas son de lo primero que se le educa a una persona con formación científica. Su importancia para dar seguimiento a un proyecto, haciendo las anotaciones pertinentes para mejorar un método, o interpretar un resultado, es prácticamente incomparable. Y sí, algunas de las que leemos en Resident Evil rayan lo ridículo, pero créanme, no estarían tan alejadas de la realidad.

Espero hayan aprendido algo, nos leemos en el siguiente Virology.

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