Esta es la historia de cómo un acertijo y la razón de mi pasión por Resident Evil se resumen en la misma palabra.
Aquellos que me conocen saben que Resident Evil forma parte de mi vida diaria. Es tal el fanatismo que llega al grado de estar año con año atento a todas las novedades posibles y conocer más sobre las viejas y nuevas entregas.
Y a pesar de que a través de los años me he convertido en ávido seguidor de historias como Gears of War o Red Dead Redemption, entre otras más, ninguna ha llamado mi atención como la longeva franquicia de Capcom.
Pero toda gran historia tiene un gran comienzo, ¿no es así? Así que, haciendo una pequeña modificación a la frase que Ted Mosby le dijo a sus hijos: hoy voy a contarles una historia, la historia de como conocí Resident Evil.
El primer encuentro
El curso de la historia no me permitió conocer la franquicia desde sus inicios, ya que existe la coincidencia de que tanto RE como yo vimos la luz en el ya lejano 1996, pero el destino nos cruzaría en unos cuantos años.
Y llegó el día. Se supone la primera cita o encuentro debe ser perfecto para así poder contar la historia en un futuro, según Andy Bernard de The Office que a su vez hace referencia a How I Met Your Mother. En mi primer encuentro con RE no fue así.
Para un mejor entendimiento debemor regresar al 2002, año donde inició mi pasión por los superhéroes gracias al film live action de Spider-Man y curiosamente el año de estreno de la primera cinta de Resident Evil protagonizada por Milla Jovovich.
En algún momento de la segunda parte de ese año tuve acceso a mi primera consola de videojuegos: la mítica PlayStation en su versión One. Con ella llegaron algunos juegos que en su momento desconocía pero me entregaron grandes momentos de diversión.
Haciendo memoria entre ellos se encontraba el primer Spider-Man, mi favorito después de haber quedado impactado por su versión de cines. Junto a esa joya se encontraba un Twisted Metal, Gran Turismo, Mortal Kombat y un Winning Eleven que recuerdo con cariño por su intro con We Will Rock You de Queen.
Dado que la piratería estaba en su auge durante aquellos años era común encontrar consolas y videojuegos de esta manera, y en mi caso no fue la excepción. Junto a la pequeña One llegaron algunos discos sueltos sin nada que los identificara, así que el momento de ingresar uno a consola y descubrir su contenido era todo una sorpresa.
Precisamente así ocurrió con el que se podría considerar el primer RE que conocí. Sin nombre o caja que lo identificara, no fue hasta que llegué a la pantalla de inicio que pude conocer su nombre: Resident Evil Survivor.
Lo siento Ark, será para otro día
La historia daba inicio. El logo de Capcom y la posterior pantalla principal con el nombre del juego y un arma en ella. Después de unas cuantas cinemáticas por fin se me otorgó el contro del desconocido personaje principal. Desconocía de quien se trataba o que hacía en ese lugar, solo sabía que debía moverme.
Unos cuantos pasos más adelante, justo después de encontrarme con un tipo inconsicente llegó el primer encuentro con un zombi. Recuerdo no saber que hacer en ese momento, pero mi sentido común al ver a esa criatura acercarse fue accionar el botón correspondiente para accionar mi arma.
Siendo sincero no recuerdo cuantas veces sucumbí ante esas criaturas, pero de alguna forma u otra lograba avanzar. Hasta que llegué con aquellos que me hicieron abandonar toda esperanza. En su momento no sabía su nombre así que solo me refería a ellos como “perros rojos”. Tiempo después supe que su nombre era “Licker“. Aunque en su momento lo peor es que eran dos los que me enfrentaban.
Sin importar cuantas veces lo intentara, siempre eran más rápidos que yo y acababan con mi partida. Al final llegó el momento en que no dí para más y decidí dejar para otro día la solución a la situación entre esos ágiles enemigos y yo. Lamentablemente no hubo otra oportunidad ya que para mi desgracia la PS One tuvo que irse de casa. Los Lickers ganaron la batalla, pero no la guerra…
El código era Veronica
Como bien se dice por ahí, no hay plazo que no se cumpla ni fecha que no se llegue, y finalmente Resident Evil y yo tuvimos una nueva oportunidad para escribir nuestra historia. Poco más de un año después de que tuviera que despedirme de la PS One mi madre llegó a casa con su reemplazo, una bestia mucho más grande y de un color totalmente distinto a la pequeña gris que era la One. Su nombre: PlayStation 2, o PS2 para los amigos. Para esto debemos ubicarnos aproximadamente a finales del 2003, noviembre o diciembre, no recuerdo exactamente.
Pero no venía sola, junto a ella venía un título que me parecía familiar pero a la vez era totalmente diferente. En la portada se apreciaba la figura de una mujer y un hombre, mientras que en letras grandes marcaba claramente su nombre: “Resident Evil: CODE Veronica X“. Inmediatamente lo relacioné con ese título de la antigua One y las despreciables criaturas que me habían derrotado.
Con la intención de sacarme esa espinita o tal vez porque era el unico juego que venía en ese momento con la consola fue que CODE Veronica y yo empezamos nuestra historia, una que sigue muy viva a día de hoy.
Finalmente empezamos nuestra aventura y lo primero que destacó fue la diferencia gráfica entre Survivor y CV, reflejado inicialmente en esa secuencia inicial llena de acción donde vemos a una entonces desconocida para mi Claire escapar de un gran grupo de atacantes.
Una vez que por fin tuve el control pasaron unos minutos en los que deducía lo que debía hacer. Después de entender de vaga manera los controles del juego y para que servía cada acción vino una de las escenas que me dejaron marcado para siempre.
Para ese entonces mi joven versión ya había tenido más acercamientos a algunas películas de zombis, lo que sumado a la experiencia previa con RE Survivor hacía que estuviera familiarizado con esas criaturas que regresaban de la muerte para consumir cerebros humanos.
Gracias a Survivor ya entendía que en RE era normal tener uno que otro susto sorpresivo, pero lo que hizo Code Veronica fue diferente. De inicio, al subir las escaleras para salir de la pequeña prisión crearon un sentimiento de tensión con la lentitud de los pasos y los latidos del corazón de fondo, era seguro que el jumpscare venía pronto, pero no.
Vienen por ti, Bárbara
Claire salió a la superficie, y frente a ella una esquina con ambiente lluvioso en apariencia tranquila. Después de dar unos pasos vino el tan esperado momento: un helicoptero accidentado explotando en llamas y surgiendo de él un zombi con la piel derritiéndose por las mismas. “Es uno solo” pensé, “será fácil” continué, pero lo mejor estaba por venir.
La cinemática que venía a continuación presentaba a Claire siendo acechada por cadáveres que surgían directamente de sus tumbas, pues sin saberlo nos encontrabamos sobre el cementerio del lugar. Esta escena me impactó de tal manera que durante algunos años, e inclusive al día de hoy, sienta un poco de tensión al visitar estos lugares. El hecho de que una de mis escenas favoritas del cine sea una similar en la famosa Night Of The Living Dead del maestro George Romero tampoco ayudó mucho a superar eso.
El resto de mi camino a través de ese lugar junto a Claire consistió principalmente en morir y morir a medida que lograba avanzar, hasta que llegó el momento de conocer al personaje que se convirtió en mi favorito, un “fantasma” en ese entonces.
Ver la escena introductoria de Albert Wesker me bastó para quedar impresionado con el villano. He de admitir que al inicio sentí enojo por como trató a Claire, pero después de verlo girar el rostro y mostrarnos sus brillantes ojos de color rojo y la pequeña muestra de sus habilidades fue suficiente.
No sabía nada de ese sujeto rubio vestido con lentes y ropa negra, pero en mi mente infantil solo pude pensar “es tan cool, quiero ser como él”.
Si decidiera contar completamente mi experiencia jugando Code Veronica creo que daría para una lectura muy extensa, pero para resumir basta con mencionar esas dos secuencias para dar a entender la razón por la cual quedé enamorado primero de dicha entrega y posteriormente de la franquicia en general.
Pero continuando con la línea de la PS2 el siguiente en la lista fue obviamente el aclamado Resident Evil 4, un cambio mucho más grande comparado con el que ví entre Survivor y CV.
Acostumbrarme a personajes distintos, jugabilidad más sencilla e interesante, una historia nueva, todo eso valió la pena cuando de la nada vi aparecer a ese villano tan cool que conocí enfrentando a los hermanos Redfield una entrega antes. Incluso estoy ansioso por conocer su apariencia en el próximo remake de dicho título.
Una mirada al pasado
El resto es historia. A partir de ahí mi conexión con Resident Evil fue creciendo poco a poco con lo que estaba a mi alcance, donde incluso las películas protagonizadas por Milla Jovovich jugaron un papel clave, no lo negaré.
Entre las nuevas entregas que salieron posteriormente para consolas de nuevas generaciones y el encontrar la forma de poder disfrutar de aquellas que ya existían fue que el Erick de ese entonces conoció más a fondo todo lo que Resident Evil abarcaba, y sinceramente creo que todavía conservo esa emoción por conocer algo totalmente nuevo de la franquicia.
Ahora que lo pienso y me siento a analizar, creo que la conexión entre mi versión infantil y RE se debió exactamente a lo magistral que es Code Veronica en lo que a elementos icónicos se refiere. Veamos: los hermanos Redfield, un personaje de soporte como Steve Burnside, Albert Wesker, un enemigo estrafalario como Alfred Ashford y una mujer poderosa como su hermana Alexia, Umbrella, gran cantidad de B.O.W’s.
Tal vez el pequeño Erick no lo sabía, pero mi versión actual que conoce el peso de todo lo que acabo de mencionar le agradece por decidirse a tomar asiento frente al televisor, agarrar el control y empezar a recorrer cada rincón de la isla Rockfort, expectante a lo que se pudiera encontrar al cruzar cada esquina.
Y sí, por si se lo preguntan años después volví a jugar RE Survivor y pude arreglar mis poblemas con esos molestos Lickers.